No ha habido a lo largo de mis setenta años una sola circunstancia
que me haya provocado un insomnio a la hora de la siesta. Era comer y
caer dormido. Sólo si Chelito me miraba con el rabillo del ojo,
traicionaba yo mi sueño por sus promesas. El caso es que desde
hace algunos días, cuando me dispongo a sestear, una lagartija aparece
y me mira con el rabillo del ojo, como Chelito. Pero por más que la
corto en pedacitos, como a ella, el bicho vuelve y me mira de reojo y
eso me está quitando el sueño.
María Fraile
(Segunda Mención en la propuesta para el calendario de la Internacional Microcuentista http://revistamicrorrelatos.blogspot.com.es/ )
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