jueves, 27 de noviembre de 2014

UN MAL DÍA


      La apertura del museo se retrasaba. Las puertas del Louvre recibían las ráfagas de las cámaras digitales pero no cedían ni de un milímetro a pesar de los disparos. Mientras, la multitud esperaba minuto a minuto que la fortaleza cayera.
Dentro, frente a un pequeño cuadro, el director del museo, el restaurador jefe, el guardia de seguridad y una taquillera con dotes de psicóloga intentaban convencer a la Mona Lisa de hacer un pequeño esfuerzo y de volver a sonreír.
Cruzada de brazos, al fondo de la sala, asomada al cuadro, la joven no estaba de humor para escuchar más tonterías. El trato con Leonardo nunca fue convertirla en una mujer objeto.


Maria Fraile

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