Elige
minuciosamente entre las tres faldas una, se recoge el pelo con
prisa, se perfuma y se calza. Son las cuatro menos cuarto cuando
llega al café, tiene todavía quince minutos por delante. Pide un
cortado, hojea un panfleto y espera, como siempre, a que él,
puntual, falte a su cita.
María
Fraile
¡Excelente!
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado Isabel! muchas gracias por dejar por aquì tu comentario...saludos!
EliminarMe gustó mucho, muy bien llevado, felicitaciones. Lindísimo blog María.
ResponderEliminarGracias Eduardo y bienvenido!!
EliminarExcelente imagen de una mujer de costumbres, que no pierde la esperanza.
ResponderEliminarBuen relato María.
Un saludo.
Gracias Alfonso! saludos de vuelta!
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