Subir de nuevo a la habitación y no encontrar ni rastro de las
tazas ni de las palabras pegadas en los bordes de la porcelana. Los
muebles han cambiado, el suelo se ha cubierto de vaivenes. También
el mismo espejo barroco del baño me devuelve otra cara. Tras las
cortinas, solo las vistas que nos vieron desaparecer tras la puerta
conservan la silueta fina de joven tierra no del todo conquistada.
Mis orillas, sin embargo, se han llenado de naufragios y ni siquiera
entre los restos que el mar ha devuelto, he podido recuperarte.
Maria Fraile
Es buenísimo
ResponderEliminarQué tristísimo y precioso. Es que hay lugares que están tan llenos de bellezas pasadas que mira, es mejor no volver. Calidad, construcción y emoción. Un abrazo, María, siempre es un GUSTO (con mayúsculas) leerte.
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