Hay
un nuevo mendigo abriendo la puerta del Corte Inglés. Al verme pasar
me pide algo para comer, una monedita, lo que pueda. Desvío la
mirada, por costumbre, debe pensar que nos quejamos de vicio. Entro
en los grandes almacenes buscando calor y me meto en uno de los
probadores con intención de echar una cabezada. El frío de Madrid
me ha vuelto insomne. El hambre tampoco ayuda. Este invierno ya he
quemado los muebles y los libros y ayer
puse en la estufa fotos, cartas y mi tìtulo universitario, ese
que me iba a solucionar la vida. No sé qué voy a hacer, queda mucho
invierno por delante y me juego el cuello a que el mendigo de la
puerta tiene algún Master en Técnicas de venta y no va a ser fácil
hacerle compartir negocio.
Maria
Fraile
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