Al nacer la hija, el hombre se
felicitó contando los deditos de los pies y de las manos, miniaturas
tan perfectas.
La bella abrió los ojos y creó al
padre. Dio sus primeros pasos . Balbuceó sus primeras palabras. Y un
día, de la piel intacta de su espalda brotaron a borbotones plumas y
plumas formando dos alas.
El hombre lleno de ira, seguro del
engaño, puso a la niña en el suelo y humillado creó la niebla
dejando a la hija sin padre y sin rumbo. La gente que lo veía pasar,
cabizbajo y condenado, reconocía sobre su espalda torcida dos viejas
cicatrices.
(K) Mi preciosa ángel.
ResponderEliminarTú que me miras con buenos ojos...Besitos hermano...
EliminarDe un ángel caído siempre surgen ángeles de verdad... Gracias hermanita!
ResponderEliminarA tí por tomarte el tiempo de leer mis relatos!
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