La escena es de una belleza sin igual.
Sobre una montaña de escombros una rata va del punto A hasta el punto B
sin que nadie detenga su vista en ella. La lluvia ha disuelto restos de
materia putrefacta y les ofrece de nuevo el movimiento que alguna vez
tuvieron en vida. Dentro de los bidones de metal donde los niños se
refugian hasta que pase la tormenta, sigue lloviendo herrumbre y miseria
aunque afuera la tromba ya haya amainado.
El paisaje es de una orografía
banal, colinas fértiles, de basura, desde donde ver las puestas de sol;
un riachuelo, tóxico, atraviesa el vertedero e inspira metáforas a los
que nacieron poetas.
Hay carroña, peste, mugre y ausencia de futuro en los verbos.
Pero hay una niña que toma de la mano a un mocoso, le alza por encima del infortunio y le coloca una corona de papel de plata entre los piojos y los sueños.
Él se siente el rey del mundo.
Hay carroña, peste, mugre y ausencia de futuro en los verbos.
Pero hay una niña que toma de la mano a un mocoso, le alza por encima del infortunio y le coloca una corona de papel de plata entre los piojos y los sueños.
Él se siente el rey del mundo.
Nada como las hermanas mayores. Ellas si que son las verdaderas reinas (K).
ResponderEliminarQué va a decir un mocoso!...
EliminarEmocionante... Hermoso amor fraternal a pesar de los escombros. Besos grandes!
ResponderEliminarGracias Maria! qué poco sabe el Amor de decorados...muchos besos para vosotros!
EliminarMe gustó tu relato. Mucho. Ojalá me permitas replicar tu cuentoen la página de Facebook: De médico, poeta y loco. Gracias.
ResponderEliminarSerá un placer. Muchas gracias por tu lectura y tu comentario. Un saludo.
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