Nadie se
explicaba cómo Regina había llegado sana y salva a la orilla. De
todas las hermanas era, con diferencia, la más remilgada e
indolente. Y ahí estaba, con su brazo roto, quejándose de que su té
estaba frío. De las aguas del mar del Norte
en las que había naufragado hacia dieciséis horas y en las que
había pasado la noche a cuatro grados, ola va y ola viene, ni una
palabra. Pero el té estaba frío. Y todo el mundo se pasaba el
mensaje con la gravedad de quien escucha a quien sabe lo que, de
verdad, es importante.
María
Fraile
(Ilustración de María Porfíria Díaz)
Los espectadores siempre opinan :). Un 10 como de costumbre.
ResponderEliminarO se tragan las opiniones!! jajaja...gracias, manito por ser fiel lector y dejar siempre tu afecto en un comentario...Muchos besos!!
EliminarEstá muy bien escrito, y presenta muy bien el carácter del personaje, no obstante algo se me escapa como relato, no sé.
ResponderEliminarLo sé, lo sé, Maestro Ximens...el desenlace del relato tiene que ver con la idea de que el estatus (en este caso el hecho de haber salvado el pellejo de forma heroica) permite que cualquier chorrada se dignifique y se tome en cuenta por quién respeta ese estatus peeeero sé que tengo que trabajar el texto...Gracias por tu comentario, lo tengo muy en cuenta!! Un abrazo!
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